Factores clave para elegir (y no equivocarte)
G-Factor y rpm: humedad residual y ahorro en secado
El G-Factor mide la fuerza de centrifugado. Traducción simple: a mayor G, menos agua queda en la ropa y menos pagarás en la secadora.
En restaurantes a los que asesoro, pasar de una lavadora lenta a un modelo G alto (≈350–450) ha reducido la humedad residual hasta rangos del 30–50% (frente a ≈70% en baja velocidad).
Un cliente me lo decía así: “Ahora los manteles salen casi secos de la lavadora y en media hora de secadora están listos.” Si tu factura energética te preocupa, prioriza G alto.
Capacidad útil y tipo de carga
No es igual lavar toallas (muy absorbentes) que mantelería. La capacidad nominal no siempre es la real utilizable con ciertos textiles.
Por eso dimensiono con margen y reviso la densidad de la carga: toalla pesa más mojada; manteles se desbalancean menos. Evita sobrecargas: desgastan rodamientos y empeoran el lavado.
Tipo de calentamiento (eléctrica, gas, vapor)
- Eléctrica: versátil para pequeños negocios sin caldera.
- Gas o vapor: más eficientes a gran escala (hoteles medianos/grandes, OPL), siempre que tu infraestructura lo permita. Si tienes agua caliente central, conéctala: reduces tiempos de ciclo (no hay que calentar desde frío).
Programador y dosificación automática
Un programador electrónico claro y flexible evita errores. Y la dosificación automática de químicos es imprescindible desde cierto volumen: inyecta lo justo y a tiempo, mejora la calidad y evita desperdicios. En autoservicios modernos integra sistemas de pago y dosificación para que la experiencia sea “a prueba de fallos”.
Materiales: AISI 304 vs 316
La mayoría viene en AISI 304. Si trabajas con cloro/lejía o en entornos salinos (costa) o sanitarios, pide AISI 316 en tambor/cuba. He visto cómo elegir 316 evita picaduras y corrosión prematura cuando se usan químicos agresivos. Pagas más al inicio, pero la durabilidad lo compensa.
Eficiencia y recuperación de recursos
Mira más allá del precio de compra: consumo por ciclo (agua/energía), pesaje automático (ajusta consumos a la carga), recirculación y recuperación de agua/calor. A lo largo de la vida útil, lo barato sale caro si gasta de más en cada lavado.
Instalación: anclaje, vibraciones y drenajes
Una gran lavadora mal instalada baila. Si el suelo no está nivelado o faltan anclajes, el centrifugado a 1000+ rpm se convierte en terremoto.
Soluciones: bancada de hormigón o modelos soft-mount (suspensión por muelles). Y no escatimes en drenaje: una 30 kg descarga litros en segundos; dimensiona tuberías dedicadas (pendiente correcta, sifón, filtro de pelusas) y evita retornos.
Flujo sucio/limpio y barrera sanitaria
En sanidad y alimentación, separa zonas y recorrido de la ropa. Las lavadoras de barrera (doble puerta, empotradas en muro) garantizan que la ropa salga a la zona limpia sin recontaminarse. En clínicas y residencias, esta solución ha eliminado problemas de higiene y cumple normativa de forma natural.